Publicado_20 febrero 2013

En varias ocasiones me había pasado por la cabeza la idea de ponerme aparatos. Ya había oído varias veces que tenía una mala mordida y que estaba desgastando los dientes. Sin embargo, lo que de verdad hizo decidirme a hacerlo de una vez por todas fue el día que oí la palabra “bruxismo” y me dio por buscarla en “google imágenes”. ¡En 10 segundos vi lo que podría ser mi futuro en unos años!

Colocando los brackets

Desde mi perspectiva, la colocación de los brackets no es muy traumática. No usaron anestesia y después de 2 horas ya los tenía puestos. Quizás, lo más incomodo del proceso es que te amordazan la lengua para que no moleste durante el cementado.

En mi caso, el proceso requería stripping de los incisivos inferiores, que consistía es una pequeña reducción de la anchura de los dientes para conseguir espacio para el alineamiento. Imaginaba que iba a ser peor, sin embargo fue un proceso completamente indoloro.

Por fin tenía los brackets puestos. Las primeras sensaciones fueron las de no poder cerrar la boca. Los aparatos disponen de unos topes en las muelas que te impiden cerrar la boca del todo.

Pero, quizás lo más incómodo son las primeras palabras. La lengua se encuentra incómoda dentro de la boca y cuesta hablar. Parece que es cuestión de unas semanas acomodar la lengua y la forma de hablar a los nuevos aparatos. Por el momento, sin embargo, no elegiría este momento para dar una conferencia en público.

La primera comida

A la hora de comer ya me había despedido de Gema y tocaba comer algo. Decidí ir a un chino que estaba cerca de la clínica. No lo recomiendo, ¡a menos que no te importe comer el arroz sin masticar! La distancia entre los dientes, debida a los topes, me impedía masticar el arroz. Como comer arroz se estaba convirtiendo en una tarea complicada decidí pasar a la ternera con pimientos.  Mala idea, la mordida no me daba para masticar la carne y los pimientos se enredaban en los brackets! En otro momento de lucidez decidí que era un buen momento para ponerme a dieta, pedí una sopa china de pollo y verduras y apartando el pollo pude sobrevivir a mi primera comida post-brackets!

El día después

El primer día post-brackets es bastante interesante. Te levantas con algo extraño en la boca y lo peor: de repente eres consciente de que no vas a poder comer bocadillos en un año y medio (aunque te consuela que el día anterior habías decidido ponerte a dieta). Ya había sido advertido, pero los dientes duelen un poco cuando los tocas. En particular cuando te los limpias. Por suerte, cuando no los tocas no hay dolor por lo que la mayoría del tiempo se me olvida que los llevo.

La segunda comida, ya resignado a comer papillas de bebé durante 18 meses, decidí probar con el pescado y las patatas guisadas. Buena idea!, esta vez sí pude comer algo. Eso sí, parecía que estaba corriendo a la vez que comía. Dejé de comer no por falta de hambre sino por cansancio. Va a estar bien para mis propósitos de dieta.

En definitiva, incluso con la voz de pitufo tartamudo (que espero corregir) y los problemas para comer, por el momento es bastante llevadero.